Paridad un paso a la equidad
- J. L. Benítez
- 1 dic 2020
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 2 dic 2020

Para este pequeño articulo tenemos que iniciar con una construcción lógica: Primero es preciso asumir que los representantes populares representan a la población en su conjunto, sin embargo, es preciso señalar que la sociedad no es una masa uniforme sino que está compuesta por diversidad de sectores y subsistemas. Entonces esto nos lleva a preguntarnos: ¿Cómo podemos delimitar o garantizar que los sectores conforman a una sociedad estén debidamente representados al momento de la integración de los órganos de gobierno? Sobre todo aquellos que supuestamente están encargados de representar la voz de las y los ciudadanos.
Ahora bien, dentro de la configuración del poder queda la duda de cómo hacer que estos órganos sean verdaderamente representativos de la población o del país en su conjunto. Más aun teniendo en cuenta a sectores que históricamente han sido marginados, relegados de la toma de decisiones, ya sean grupos étnicos, minorías de género o uno que, a pesar de constituir más del 50% de la población global, se ha encontrado falto de la representatividad suficiente.
Uno de estos sectores, el más grande, es el de las mujeres, para nadie es un secreto el problema que representa el machismo imperante en nuestro país y esto se agrava cuando, adicional a la grave situación que muchas enfrentan en su día a día carecen de personas capaces de velar por sus intereses, es decir de representantes sensibles con sus causas y problemáticas.
Por ello en los últimos años, en México y en el mundo se han implementado una serie de medidas que se conoce como “acciones afirmativas” o “discriminación positiva”, en otras palabras, son acciones legales que permiten nivelar la desventaja histórica que ha sufrido un grupo como las mujeres mexicanas al momento de una elección popular, ya que, - y para nadie es un secreto- existen muchos grupos de hombres machistas en los partidos políticos.
Una de estas acciones afirmativas es la conocida como paridad en la postulación de candidaturas, cosa que quedó establecido en el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales el cual establece en su Artículo 218 párrafo tercero:
3. Los partidos políticos promoverán y garantizarán en los términos del presente ordenamiento, la igualdad de oportunidades y procurarán la paridad de género en la vida política del país, a través de postulaciones a cargos de elección popular en el Congreso de la Unión, tanto de mayoría relativa como de representación proporcional.
Esto, aunque pareciera un avance se vio truncado puesto que, lo plasmado en una ley no implica que desaparezca una práctica sistémica de discriminación. Muchos partidos y sus dirigentes entonces emprendieron una serie de distorsiones que les permitía saltarse esta disposición, lo que en la cultura popular se llamaron las “Juanitas”, es decir candidatas electas que posteriormente renunciaban para permitir que sus suplentes varones ocuparan los cargos de elección popular, así como también integrar la paridad de postulaciones a los distritos donde los partidos sabían que no tendrán mucha oportunidad de éxito, todo esto para dejar que el congreso se conservaran como un “Club de Tobby”
Por ello, en su momento también se propuso hablar no solo de la paridad de postulación sino también de integración, es decir que se garantizara que al momento de la conformación de un órgano legislativo como lo es el Congreso de la Unión o los congresos locales se alcanzara una representatividad paritaria de 50% hombres y 50% mujeres.
Esto se consiguió en las recientes legislaturas donde existe esta representatividad paritaria. Sin embargo, aún queda mucho por hacer y sería prudente preguntar: ¿Nacer con cierto sexo te hace sensible a los problemas de tus congéneres?
Indudablemente esto implica una “posición de horizonte hermenéutico” ósea, es más fácil entender algo cuando tu misma lo has vivido. Esto permite generar tanto sensibilidad como empatía ante temas como la violencia y la falta de voz, por ello es necesario el establecimiento de los mecanismos de inclusión de sectores sociales, esto a su vez puede facilitar los cambios necesarios para corregir la exclusión sistema.
Sin embargo, sería ingenuo pensar que la paridad en los órganos legislativos es una solución definitiva también es importante revisar es que dichas legisladoras puedan fungir como puente entre las necesidades de la población femenina. Ahora bien, quisiera tomar un párrafo para decir que cualquier ser humano sensible y con criterio puede vincularse con la necesidad de construir una sociedad más equitativa, el roll de los hombres no es de apropiarse de banderas que no nos corresponden, sino ser acompañantes en la lucha. Lo idóneo seria pensar que las legisladoras se integraran como agentes de la historia para que su ejemplo y trabajo impulse la agenda del feminismo en las normas jurídicas, es decir plasmar los deseos e imperativos éticos del progreso e inclusión en los marcos legales, ya que, el cambio de la sociedad no se logra con concesiones sino con conquistas.
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