Derecho virtual: ¿y tu te casarías con 01001010 0111001?
- J. L. Benítez
- 21 abr 2020
- 5 Min. de lectura

Ante esta crisis del covid-19 han surgido una serie de preguntas sobre los cambios sociales que emergerán producto de esta emergencia sanitaria. Ahora muchos nos preguntamos ¿Qué va a ser de nuestra sociedad des, esto va a ser un parteaguas para cambios en la forma de conceptualizar la economía, la política, la vida cotidiana? Todas estas dudas nos llevan a adentrarnos en el terreno fascinante de la especulación, donde tratamos de vislumbrar un futuro cuando el confinamiento termine y como será la vida de regreso a la calle.
Es ahí donde me gustaría detenerme a pensar, producto de una invitación de un estimado profesor, a pensar el derecho y sus tenciones en una realidad mas digitalizada, una vida digital y un derecho 2.0. Ahora esto se relaciona ya que dentro de la marabunta de pensamientos uno de los mas habituales es el hecho de ir avanzando en la digitalización de la vida. A través de esta pandemia nos dimos cuenta de algo nuestra vida análoga es un tanto frágil y se requiere avanzar sobre la validación de procedimientos por las vías digitales. Juicios en línea, el trabajo en casa y las clases virtuales entre muchas otras cosas.
Quisiera decir que esta fragilidad es producto a que existe un cierto encanto en la performatividad de los rituales de la vida cotidiana; me explico, cuando uno va al congreso local o de la unión se monta el escenario donde se lleva acabo el acto de la discusión de la democracia, los diputados, asesores, personal técnico y asistentes en general se ponen en posiciones, al centro se dispone una mesa con los actores centrales. Se levanta el invisible telón de las amistades secretas dando paso al espectáculo, uno donde se discuten los colores, las posturas, las ideologías y veladamente los hilos de los intereses.
Pero todo ello implica una performatividad, como una obra de teatro o en otros términos, un ritual, donde lo importante es el desarrollo de las interacciones, las tenciones, los gestos el saboreo de cada manoteo, cada ronquido que revela en un reducido espacio que dispone en un lapso un acto que enarbola altos principios que pueden ser vacíos. Sin embargo, sin importar la máscara o la fachada llevada acabo, cada dos días a la semana como mínimo se realiza este acto y mientras se hace adquiere sentido para quienes se meten a verlo, valorarlo y actuarlo. ¿Se abrirán ahora la opción de hacer todo esto a través de las plataformas digitales teniendo a los monitores como mediadores y programas como mediadores?
Pensemos en otro ejemplo más cercano a muchos, lo que ocurre en una boda, aun cuando sabemos cual es el resultado mas probable que al final los novios dirán que terminaran su acto con un: “Si acepto”, salvo que ocurra algún extraño incidente que convierta nuestra linda comedia feliz con el clásico pariente borracho en una tragedia griega. Pese a ese conocimiento se sigue con el acto, con el ritual hasta sus consecuencias porque este cobra sentido al hacerse, es el ser parte de esos rituales un componente importante en nuestra sociedad. Ahora como una nota aclaratoria estas formas de conceptualizar la interacción humana un es nueva, es parte del pensamiento de la sociología de Durkheim, Goffman y Randall Collins. Ellos vieron a la sociedad como rituales, como obras de teatro donde los individuos son actores que asumen diferentes roles dependiendo de su escenario y como Cadenas Rituales de Interacción (Interaction Ritual Chains).
Pero volviendo a nuestra discusión ¿Qué tiene que ver esto de los rituales de la vida cotidiana con esta pandemia y con el derecho? Bueno, pues que si los pensamos producto de esta situación de distanciamiento físico los escenarios cambian y en muchos de estos actos el derecho es el guion que da las pautas para llevar acabo su ejecución, es a través de las normas que los actos como una sesión parlamentaria o una boda pueden calificarse de tener un peso legal. El derecho pues es el que abre la pauta a la validez de otros actos, no puedes divorciarte de alguien con quien no estas casado, no puedes legislar si no eres diputada o diputado.
Pensemos un poco en el ejemplo de la boda. Hoy día producto de la crisis sanitaria las autoridades de Nueva York autorizaron declarar como válidas las nupcias virtuales. Esto nos cambia la forma de vivir la ritualidad queramos o no, ahora no digo que este sea el fin de las bodas análogas siempre será divertido ver la clásica expresión de felicidad y disgusto de algunos invitados, así como la inapropiada intromisión de algunos otros, sea como sea nos abre el espectro para plantean nuevos escenarios donde la ritualistica se va a traducir a otro escenario el digital. Al decir verdad la pregunta entorno a la modificación de nuestra vida por el uso tecnologías no son nuevas, solo que producto de esta crisis se acelera la urgencia de buscar soluciones que, a su vez, potencia la demanda de comenzar a regular en materia de derecho digital.
Con el tránsito de esta ritualista virtual puede crear tensiones sociales de la cual el derecho tendrá que dar cuenta e ingeniar nuevas soluciones. Quizás en el caso de una vida no sea tan grave si se da formalidad y se cambian los tipos de formatos, donde las firmas en papel no sean las únicas validas sino también la de los códigos de identidad. Dando fe y legalidad con este pequeño cambio de un acta de matrimonio digital. Para la celebración de estas ceremonias en una situación de crisis puede parecer que no se requieran tantas cosas, quizás una transmisión en vivo, en el registro civil, la validación de la documentación o posponer las firmas de las actas. Aunque quizás esto pueda revelar las brechas que pueden irse acortando por la vida de la incorporación de tecnologías.
Por ejemplo, pensemos tantito en como facilitar una boda virtual para que sea factible común. Con cambios legislativos que contemplen la implementación de un registro o actas de nacimiento con códigos QR coincidentes un numero de identidad y registro a través de tecnologías de blockchain, que nos dan una codificación única puede servir como un mecanismo de activación para procesos y tramites, una firma digital asegurada con candados que se activa con sensores sensibles al tacto desde una aplicación o un dispositivo inteligente, cambios incluso en la infraestructura del registro civil para la comprobación de la unión ya no solo de dos personas sino de estos códigos y sus contrapartes análogas, esos pueden ser algunos pasos a seguir en esta materia.
Más allá de toda esta nueva escenografía y cambios en el guion la duda seria ¿cómo se sentiría ser parte de una boda desde tu sala?
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