Home office, la solución o la nueva explotación
- J. L. Benítez
- 26 abr 2020
- 4 Min. de lectura

Es ya muy común abrir las reflexiones tomando como referencia el tema del coronavirus todo nuestro pensamiento gira en torno a soluciones o vías prácticas para volver nuestras actividades regulares y a su vez respetar las medidas de sanitarias de confinamiento. Dentro de este marco una cosa que nos preocupa es cumplir con el trabajo. Ahora, mucho del trabajo de oficina y de gobierno ha demostrado poderse llevar acabo desde casa, el mismo funcionamiento y las mismas herramientas que unos usaría en una oficina como una computadora, acceso a internet y comunicación vía aplicaciones, así como el café y otras cosas las tenemos disponibles tanto en casa como en la oficina (salvo algunas excepciones).
Esto, hasta cierto punto es cierto y las discusiones sobre el home office no son nuevas ¡demonios! ni siquiera los cuestionamientos sobre nuevos modelos de lo que podríamos denominar el trabajo de “oficina industrial”. Nos referimos a ese trabajo que, al igual que el trabajo manual en fábricas se pretendía cumplir con horarios establecidos de entrada y salida, cumpliendo con el tiempo de estar ahí, en el lugar donde se desempeñaba la función de producción. Algunas de las empresas mas grandes del mundo contemporáneo como Google, Facebook y Steam de hecho llevan años innovando en la forma de entender el trabajo de oficina. Operando en esquemas donde lo importante no es cumplir con un horario, sino que el énfasis es en el ir avanzando y concluyendo proyectos.
Se ha dicho incluso que las oficinas centrales de Google parecen mas un centro recreativo que centros de trabajo en forma, con cancha de basquetbol, salas de estar con videojuegos e incluso sofás para tomar la siesta. Todo esto suena innovador, tentador e incluso una solución a los problemas de estrés y baja productividad. De hecho, todo esto está fuertemente vinculado con las virtudes que se presentaban previo a la cuarentena del home office. Es buscar mayores facilidades para el desarrollo laboral para cumplir con nuestras actividades laborales desde casa evitando situaciones estresantes como el tráfico, la necesidad de comer fuera de casa opciones poco sanas por la premura de los tiempos de descanso etcétera.
Su vinculación se ve en cuanto a innovar el trabajo realizado para que los trabajadores estén mas cómodos, menos estresados y por tanto sean mas productivos. El sociólogo Davies ya advertía esta vinculación que se produce hoy día entre felicidad y productividad.
Sin embargo, aunque todo esto suena como algo positivo y la solución a nuestros problemas de activación económica durante la pandemia, existen retos a los cuales tenemos que enfrentarnos. El autor Byung-chul Han menciona algunos puntos relevantes para este tema, uno de los cuales es la cuestión la autoexaltación. Ósea, para este autor el cambio de la sociedad disciplinaria que visualizaban autores como Michael Foucault estaba, en parte, superada ya que los mecanismos de explotación ya no se sustentan en esa disciplina que Foucault observaba en las fábricas, en las prisiones o manicomio. Ese panóptico que vigila y castiga y después se interioriza entre los miembros de la sociedad, es hoy día un dispositivo interno del individuo es esa vocecita que nos reproche el “no ser productivo” de no ser exitoso o el mejor.
Con la apertura que nos ofrece el trabajo en casa, sin la vigilancia de la oficina, hay la posibilidad del crecimiento del auto demanda por cumplir y, sin barreras de horarios es aun mas pertinente pensar en formas de explotación quizás mas discretas, pero eso si mas profundas. ¿Qué le impedirá a un empleador demandar de sus empleados jornadas mas largas de las 8 horas contempladas en la legislación mexicana, si al final no hay forma de decir que los este obligando a cumplir con un tiempo de oficina determinado?
Entonces, tenemos acá presentes un riesgo que viene de dos vías, por un lado, la del empleado que, en un esfuerzo por ser mas productivo, ser un mejor ser-para el trabajo, se imponga horarios más pesados y cargas que rebasen las capacidades regulares poniendo en riesgo incluso su propia salud mental. El otro reto es la tentación por la explotación de los empleadores hacia sus empleados, demandando aun más horas de trabajo, aunque estas no estén estipuladas, en una clara invasión al ocio y la intimidad de los trabajadores.
Para ir resumiendo, el home office y el uso de las tecnologías en el ámbito laboral es una realidad inevitable que, producto de esta crisis va a ir acelerando su implementación. El reto para los operadores jurídicos será ir planteando los ajustes que no obstaculicen su implementación, pero siempre ponderando la defensa de los trabajadores. Afortunadamente no se tiene que inventar el hilo negro ejemplos de este tipo de implementaciones están ya presentes en países como Alemania donde es ilegal contactar a los trabajadores fuera de un horario laboral o durante sus vacaciones, en otras palabras, existe una protección al ocio como parte de los derechos laborales.
Evidentemente, la tecnología supone retos al derecho porque se lidian con condiciones no pensadas al momento de legislar la mayoría de los marcos legales que nos rigen, pero, solo es cuestión de ver y repensar las cosas, analizando los hechos y sabiendo una cosa clara, los avances se van a dar aun si la ley no los contempla. Habría que pensar qué tipo de sociedad y bajo que reglas queremos coexistir en un mundo mas y mas digitalizado. Por último también es cuestión de una toma de conciencia de los nuevos trabajadores de asumir papeles conscientes formando una comunidad de cooperación que facilite la comunicación de las causas comunes o si no exponerse a un descarte por ser “poco aptos” para las demandas de esta nueva generación laboral, no me quedas más que cerrar con:
¡Proletarios digitales del mundo uníos!
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