Enagenación en XXI: 1er parte
- J. L. Benítez
- 12 oct 2015
- 3 Min. de lectura

¿Cómo entender el concepto de alienación? ¿A qué nos referimos cuando decimos alienación o enajenación? En lo personal es un concepto que me resulta difícil de captar. El filósofo alemán Ludwing Feuerbach nos hablaba de este término como depositar en un objeto lejano como lo es una deidad algo que es prpio de los seres humanos, “El ser absoluto, El Dios del hombre es su propia esencia.” (Feuerbach, 1841). Esto no me quedó muy claro hasta que escuché, he invito a mi estimado lector a escuchar: “BWV 639 - Ich ruf' zu dir, Herr Jesu Christa” de J. Bach, al escucharlo, al oír como las notas como adornos dorados que decoran una iglesia se deslizan por sus oídos, al sentir la vibración de la música, entonces mi estimado lector podría decir Dios existe y que además está en esta obra. Toda esa belleza, sensible, infinita fue creada por la esencia de un hombre, pero ahora era atribuida al ser por quien fue creada, al Dios cristiano.
Marx por su parte se dio cuenta de otro tipo de alienación, aquella que ocurre en la producción de mercancías en la era del capitalismo, “consideradas como valores, las mercancías no son más que determinadas cantidades de tiempo de trabajo cristalizado” (Marx, 1867). Trabajo cristalizado, me quedo con eso porque implica que un trabajador pone parte de su ser en algo que no va a ser suyo e incluso, ya ni siquiera ve terminado. Su esfuerzo se convierte en una parte específica de una cadena de producción manteniéndose lejos de su propia creación.
En ese contexto los trabajadores están lejos de poder ver como cosas en las cuales vierten algo de su ser como algo placentero, estas mercancías se vuelven entonces, devoradores de su propia mentalidad, hundiéndolos bajo el peso de la monotonía. Se vuelve difícil entonces imaginarse a un trabajador inspirándose en su oficio para producir una mercancía tan bella y elevada como la obra de Bach. Para este punto de la historia la alienación bajo los ojos de Marx ha alcanzado otro nivel.
Pero existe un nuevo tipo de alienación que tardaría más tiempo en manifestarse, uno que en tiempos de Marx era fue difícil de diagnosticar mostrar pero hoy día es más claro: el consumo alienante. Hoy día no sólo los trabajadores sino también los clientes viven este proceso de alienación. Depositamos esas cualidades propias de nuestra existencia humana ya no en los productos que creamos sino en el proceso de adquirir productos. Esta nueva alienación es insaciable, no se conforma con adquirir un solo producto sino que reside en nuestra capacidad de poder comprar más. De desechar lo que se pose y darle un momentáneo espacio a las nuevas adquisiciones.
Vivimos a la expectativa de que lo que compramos nos muestre la esencia humana, pero esta ilusión sólo dura poco por eso al momento de compramos las mercancías van caducando. Esto nos deja de nuevo con el deseo de comprar otras mercancías, es un devenir que jamás se detiene.
Para situarme en como vemos este tipo de alienación basta con ir a un centro comercial ver las “ofertas de temporada” y volver unos pocos meses después para notar algo, siempre hay ofertas, las cosas siempre salen, al igual que agua de los ríos las mercancías están en un continuo flujo de producción y venta.
Es en este absurdo ciclo que los consumidores del siglo XXI encuentran su realización en esta resbalosa dinámica sin forma que permite que todas las cualidades humanas sean desechables. Y así nuestra existencia como seres humanos se nos escapa por los botes de basura.
J.L. Benítez
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