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Un lugar en el espacio-tiempo

  • Foto del escritor: J. L. Benítez
    J. L. Benítez
  • 17 ago 2015
  • 3 Min. de lectura

Son las 5: 00 pm, otra lenta y tortuosa hora ha comenzado. Yo sigo aquí sentado en el piso de esta estación del metro, esperando que pase el siguiente tren subterráneo. No entiendo ¿cómo es que esto puede volverse tan tedioso? Siento como si cada minuto que me encuentro aquí fuese una eternidad. Es como estar esperando algo que sabes que nunca va a pasar. Quizás, sólo estoy cansado, es algo agotador estar en esta rutina de esperar a tan mal transporte público.

Y es que ¿cómo no cansarse de esto? de esperar tanto tiempo por trenes que probablemente vengan llenos, de estar teniendo que acerté de un lugar a base de codazos y apretujones. Es tan incómodo y más para alguien como yo que lo único que queremos hacer es tener un poco de espacio y tiempo para leer.

Pero los ríos de gente, que son la sangre de esta ciudad, jamás dan lugar para los pequeños individuos, a que nos queremos ir a nuestros mundos mentales, seria agradable quedarme suspendido, si como flotando y poder disfrutar de unos minutos de descanso de ese remolino de rutinas.

Bueno, la verdad no sé, esperar se vuelve una tortura mayor que los apretujones y las prisas, al menos, para esos ya estoy mentalizado. Pasan los minutos, su paso es tan lento que juraría que casi se puede ver como flotan en el aire. Pero como es de esperarse el metro simplemente no llega.

Pero bueno, que se le va a ser, mejor saco ese libro que me recomendó mi profesora. Es nuevo, es sobre ese científico inglés Stephen Hawking. Abro las páginas del libro y comienzo a leer. Al principio no entiendo mucho puesto que no soy experto en esto de física cuántica pero es interesante, y me distrae de este profundo aburrimiento.

Sigo esperando, ya parecen años de haber estado aquí, pero al menos la lectura ha sido bastante buena, algo acerca de hoyos negros y el origen del tiempo. Casi como un milagro veo las luces del tren acercase desde la boca del túnel. El tren pasa tan rápido que es casi como una visión. Baja la velocidad y las puertas de uno de los vagones me quedan casi enfrente, pero no puedo subir, como es de esperarse el tren va tan llego que es casi imposible subirse en él, supongo que simplemente esperare otro.

Algo pasa en la ventana, ¡no me lo creo! me asomo de reojo por la ventana, hay un chico leyendo el mismo libro que yo. Se ve incomodo pero se ve que esta perdido en su lectura, es curioso, trae un suéter muy parecido al mío, y un morral café cruzado como el mío, ¿espera, será acaso?...

Entonces el extraño pasajero levanta la mirada de su libro y no me queda duda es igual a mí. Las puertas del tren se cierran y comienza a acelerar, me levanto lo más rápido que puedo e intento alcanzarlo. Corro lo más rápido que puedo para alcanzar a ese tren, para alcanzar a ese misterioso pasajero, corro pero lo único que consigo es tropezarme con algo. Caigo a las vías del tren, de pronto lo único que siento es la electricidad recorriendo mi cuerpo como una serpiente iracunda.

Son las 5:20 pm. Estoy de nuevo en uno de los vagones del metro leyendo, cuando de asomo veo un chico que es idéntico a mí. Si tan sólo pudiera advertirle que no corriera tratando de alcanzar este tren, pero no puedo bajarme, estoy atrapado en este eterno instante, en un lugar entre el tiempo y el espacio.

 
 
 

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