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Los fantasmas en el recuerdo

  • Foto del escritor: J. L. Benítez
    J. L. Benítez
  • 15 jun 2015
  • 2 Min. de lectura

Teddy Bear

Debo comenzar este ensayo con una ligera introducción, más bien, una anécdota. Hace unos días me encontré con unos amigos que no veía desde hace mucho, amigos de mi preparatoria, como es de suponerse el encuentro fue agradable, recordamos las cosas que vivimos juntos y las personas con las que compartimos el tiempo de prepa, esa época donde el tiempo solo era un bicho al que daban ganas de matarlo y eso hicimos durante tres años, nos dedicamos a matar a esos bichos que se llaman tiempo.

Así nuestra reunión proseguida, trayendo a la memoria todos esos momentos que disfrutamos, como si el pasado se volviera a presentar a nosotros en la forma de una narración espectacular, como un buen libro que disfrutas leer en más de una ocasión, pero entonces llegó un punto hueco, una mala pasada que surgió al preguntar por un conocido nuestro cuyo nombre no importa en este momento. Pero lo que sí importa fue la respuesta: “Ahí sigue”, no ha pasado nada.

A la hora de juntarse con un grupo de amigos que uno no ve desde hace mucho (como me paso a mi) fluyen y caen como chubascos una serie de emociones acompañados de los recuerdos de una época pasada, por un instante esas remembranzas van creando una atmosfera que nos deja probar los sentimientos de una época pasada. Muchos psicólogos sociales han mencionado ya estos fenómenos de “la memoria colectiva”. Y como los grupos recuerdan, como las cosas, los lugares y las personas se impregnan de las emociones y son los marcos del recuerdo.

Y en ese sentido existe algo de triste en estas reuniones, en estos recuerdos y es el descubrir que una persona parte de ese grupo, ese colectivo se convierte en un “espectro del pasado” ellos son las personas que por alguna razón siguen igual o como muchas veces de dice: “ahí siguen”, ósea que el tiempo no ha pasado sobre ellos. Estas personas se convierten en parte del pasado, se quedan en lo que eran en la prepa o en la universidad, se encuentran como suspendidos en tiempo al igual que fantasmas, emociones que se impregnan fuerte mente en los poros de los lugares, conviniéndose incluso con parte de la inmobiliaria.

No me entiendan mal, no es malo si alguien se siente a gusto por una época querer disfrutarla, no es malo, solo que siempre genera nostalgia ver alguien que se ha quedado en esos momentos porque de alguna forma el paso de nuevas experiencias van creando una barrera de distancia entre uno y esas personas del pasado.

Con esto ya puesto en la mesa podemos entender los versos de Neruda al decir: “Nosotros los de ahora ya no somos los mismos” (Neruda, 1966), y ver como se cumplen las palabras de Tales de Mileto:”no te vayan dos veces en el mismo rio” porque ni las aguas son las mismas ni tu eres el mismo. Esto es lo que como decía anteriormente va generando una barrera entre nosotros y los que; “ahí siguen” porque pertenecen a un tiempo que ya no es el propio. Ellos son auténticamente espectros de la memoria, aquellos que viven y nos recuerdan a un momento del cual alguna vez fuimos parte, alejado de nuestro ser presente y a donde nunca hemos de volver jamás.


 
 
 

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